Colella es familia directa de Meneghina, el pequeño rincón dedicado a la cocina italiana en el barrio del Born de Barcelona. No se si describirlo como su hermano mayor o como su hermano pequeño. Siguiendo un criterio lógico, sería el hermano pequeño, ya que Colella ha nacido después que Meneghina, pero si el criterio aplicado es el del tamaño del local, Colella sería el primogénito.

Meneghina continúa, definiéndose más por un recetario clásico italiano y sigue estando bajo la vigilancia de Roberto Colella, el chef que en su día lo abrió. Ahora camina solo y por eso, el chef centra su atención en su nuevo proyecto bautizado con su apellido: Colella.

A Roberto le gusta hacernos viajar a la gente con el paladar, transportarnos con sus platos a aquellos lugares que él vivió en su infancia, a la cucina della mamma para los de origen italiano y recordarnos alguna escapada a Italia que hayamos podido vivir nosotros. Por eso su recetario incluye los sabores del mediterráneo que nos resultan tan familiares. La pasta o el parmigiano son imprescindibles, pero no olvidemos que la gastronomía italiana tiene muchísimo más y justo eso es lo que quiere demostrar.

Roberto Colella se deja llevar y pone en práctica todo lo aprendido en las cocinas de los hoteles de lujo pero sin ostentación, utilizando sobre todo las técnicas y parte de su creatividad para dar un pequeño giro a los platos italianos que, por sofisticados que nos parezcan, son totalmente reconocibles. Nápoles, su ciudad de origen, está presente en sus elaboraciones, pero también lo están Sicilia o Milán. Porque como en casi todos los países con una gran tradición gastronómica, las zonas geográficas definen la cocina de cada lugar. Si bien ahora todo queda mucho más diluido, sobre todo por la accesibilidad a los ingredientes de cualquier parte del mundo, la tradición está presente, aunque se juegue con ella, se mezcle o se enmascare.

En Colella la esencia no desaparece. Roberto utiliza todo lo aprendido en cocinas como las del Omm, el Mandarin Oriental o Le Méridien y basa sus creaciones en productos de calidad, frescos y de temporada, redondeándolo con complementos como un buen pan de Baluard y una corta pero bien seleccionada carta de vinos.

Los mediodías, Colella ofrece un menú de lunes a viernes a un precio bastante ajustado, 14 Euros con bebida y postre incluído. Por las noches, en cambio, es su pequeña carta la que, por un tiquet medio que oscila entre los 35 -40 Euros toma todo el protagonismo, además de sus fuera de carta que siempre son una gran oportunidad.

Una carta dinámica en la que podemos encontrar platos típicos italianos con un toque de modernidad, como la parmigiana de berenjena en copa, los paccheri rellenos de foie gras y cebolla caramelizada con salsa de espinacas (la pasta, por supuesto, al dente) y un imprescindible buen tiramisú. Pero también otras elaboraciones que no identificaríamos a priori con la cocina italiana pero si lo son, para las que utiliza el producto local, como las mini zanahorias de colores de Olesa de Montserrat servidas con migas de almedras y cilantro o el bacalao a baja temperatura al pilpil con calabacín y su flor, con el que demuestra su buena mano con este producto. Los amantes de la carne también pueden encontrar un buen entrecot de ternera madurada 45 días y, entre sus postres, introduce la torrija con crema catalana.