Anita Flow, deja que fluya el buen comer.
Anita Flow, llega a Barcelona para dar rienda suelta un picoteo lleno de sabor.
Anita Flow ha empezado en Barcelona pegando muy fuerte y en un par de meses se ha puesto en la cabeza de muchas de las listas de los “place to be” en los alrededores de Passeig Sant Joan. Y es que sólo con escuchar el nombre, te cambia la cara y te llena de buen rollito.
Porque hay que relajarse y dejar que fluya el buen ambiente de este local espacioso dividido en tres espacios: el llamado comedor que resulta perfecto para disfrutar de la luz del día con un ambiente informal en el que las mesas de diferentes capacidades se mezclan; el callejón con iluminación de neones para cuando todos los gatos son pardos y el Patio de Anita como un espacio intermedio apto para cualquier momento y para los que prefieran una atmósfera con aire libre sin estar sentado a pie de calle. También debemos añadir su terraza convencional de la que si bien no hay nada especial a destacar, siempre permite disfrutar del clima cálido de Barcelona y, de momento, un lugar fijo para los del pitillo.
Anita Flow tiene la mente (o la cocina mejor dicho) abierta a todos los gustos que hoy son exigencia de un público barcelonés variopinto. Un concepto bien estudiado y pensado para no dejar prácticamente a nadie de lado en el que encontramos opciones para veganos y vegetarianos, intolerantes, celíacos y, por supuesto, para omnívoros deseosos de nuevas combinaciones de sabores.
Y es aquí dónde se ve la mano experta de Jordi Samper, algo que no debe extrañarnos ya que Anita Flow pertenece a Pantea Group y él está a cargo de su oferta gastronómica desde hace ya 5 años, moldeando la cocina de cada uno de sus locales al público que los visita.
En este caso ha apostado por una carta variada y versátil que sirve para cualquier momento del día: el disfrute de un buen vermut clásico (con unas olivas o almendras saladas), o más atrevido con un versionado bocata de calamares o unas papas arrugás con salsa de huancaína y chiplote o el de un tentempié de aquellos que acaba convirtiéndose en comida con sus imprescindibles croquetas o un falafel de lentejas rojas. Así hasta nueve tentadoras proposiciones y cinco platos completos, que se degustarán mejor si los compartimos.
No dejéis de pedir su fotogénico e instagrameable pollo a l’ast que parece que se haya cocinado expresamente para la foto o su colorido mezze platter en el que se mezclan muhammara, baba ganoush, hummus de remolacha, queso feta, aceitunas, zanahoria asada, tomates cherry, pimiento escalivado, nueces y pan de pita para untar hasta que quede el plato limpio como una patena. Son sólo algunos ejemplos para dejar patente que en Anita Flow no falta de nada. Y por no faltar, tampoco lo hacen los dulces que son para, como ellos mismos dicen, patear la dieta.
Porque somos así y nos puede más tentador postre que todo el esfuerzo que hayamos podido hacer conteniéndonos y no comiendo pan. No importa porque precisamente de lo que se trata es de disfrutar con una buena comida en la que la variedad de sabores está garantizada. Así que no sufras cuando pidas un trozo de sus tartas o dulces tarros.
Para poner orden en la sala está Nati Lapelosa. Ella es quién está pendiente de que a su amable equipo no se le escape nada y a que, sobre todo, no se les olvide la sonrisa en ninguno de los servicios que Anita Flow ofrece, incluido el brunch del fin de semana y festivos.
Para acompañar todo este festival encontramos la misma variedad en sus bebidas que en sus comidas. Refrescos orgánicos, kombuchas, cervezas de barril y artesanales y 17 referencias de vinos de diferentes denominaciones de origen catalanas, españolas y alguna francesa.
El precio medio, entre15 y 20 € ayuda mucho a que la afluencia de público sea un constante goteo desde el primer momento. Y es que es para repetir.
Así que Go with de flow, with the Anita’s Flow.