Auto Rosellón, el restaurante que no se encasilla.
Los restaurantes igual que los actores, pueden acabar siendo encasillados en un papel u otro. Modernos, clásicos, hispters, románticos, para tapear, de autor, de mercado… De hecho podríamos empezar a decir adjetivos y, si se nos antojara, todos tendrían cabida. Posiblemente por eso Auto Rosellón se autoidentifique justamente de forma contraria: No tags food.
Es cierto que una comida sin etiquetas puede dar cabida a cualquier cosa, pero sobre todo debería dar cabida a una comida sabrosa. Partiendo de esa premisa Auto Rosellón hace lo que seguramente es más inteligente para cualquier restaurante: no definirse en lo que a su oferta gastronómica se refiere y quedarse con ese único principio: platos bien ricos.
Pero más allá de lo que los platos nos pueden sugerir, hay otras cosas que nos harán que relacionemos un restaurante con un estilo determinado. Sea por su forma de cocinar, por utilizar una serie de ingredientes, por cómo es su local o por cuál es el estilo de sus camareros y camareras nosotros los encasillamos y les ponemos las etiquetas para darle un sitio en la clasificación personal de cada uno.
Auto Rosellón podría tener la etiqueta de “guay”, “hipster”, “slow food” o “cocina de mercado”, ya que cualquiera de ellas define su oferta. Seguramente esta mezcla se deriva de la creatividad de su chef Ronit Stern que ha llegado dónde está gracias a la dedicación total a su pasión: la cocina.
Porque Ronit no para, y hoy encuentra algo nuevo, mañana hace una mezcla diferente y pasado prueba a ver qué tal combina esto con aquello. Eso sí, siempre lo más natural posible y buscando que cada cosa sepa a lo que tiene que saber. Como ella misma dice: “Aquí los tomates saben a tomate porque solo los tenemos cuando toca su estación”.
Tanto en su carta como su menú de mediodía, Auto Rosellón propone unos entrantes tan dispares como un salmorejo o una ensaladilla rusa a la peruana con bonito y huevo de codorniz; unos principales que incluyen pescados y carnes con toques internacionales como rosbif, pitas o tostas de taco.
Esto no es más que un ejemplo de lo que puedes encontrar cualquier día en su menú. Será difícil repetir, porque cambian prácticamente a diario sus platos, dependiendo de lo que encuentren en el mercado.
No hay que preocuparse, porque su oferta es tan amplia como su horario, que desde las 8 de la mañana hasta la media noche abarca desayuno, brunch, comida, merienda y cena.
Algunos de sus platos más afamados de su carta son la torrada de aguacate con feta y semillas de tomate; el bikini de mozzarela trufa y jamón serrano o el bacalao confitado con salsa harissa, patatas y almendras tostadas.
La globalización parece haber entrado en esta cocina en la que se mezclan platos y sabores de muchas procedencia. En Auto Rosellón parece que experimenten con nuevas combinaciones pero sin olvidar nunca la base que les sirve de premisa: el buen producto y el sabor más auténtico.