Casa Angela, tapas y arroces con vistas.

Casa Angela recupera a los pies de la Sagrada Familia el tapeo más clásico.

Que un restaurante tenga el nombre de “Casa X” siempre me hace pensar que la cocina que hacen es buena y casera. En Casa Ángela parece confirmarse esta asociación de ideas, ya que lo que vamos a encontrar allí es una cocina sencilla, bien hecha, familiar y clásica. Tanto en sus tapas como en sus arroces.

Pero, ¿quién es esa Ángela a la que le dedican el nombre?

Ángela era la propietaria del anterior restaurante que ocupaba los locales que hoy lo hacen Casa Ángela: La Palmera. Un lugar de peregrinaje para los vecinos, que pasaban por allí para comer sus tortillas de patatas y sus paellas.

A Ángela le llegó la hora de traspasar La Palmera y en 2017 cambió de manos pasando a Manel Forés y Joaquim Viñas. Ellos, dos amantes del buen comer, decidieron seguir la línea de cocina que tanto gustaba, pero cambiaron el nombre por el de Casa Ángela para homenajear a la mujer que lo empezó todo.

Se trata de que todo lo que allí se ofrece sea hecho en casa. Comida sencilla y buena que tiene una intención: recuperar el público del barrio y, porque no, captar también al turista. Para ello proclaman una cocina honesta y casera. Disfrutar de aquellas tapas que siempre nos gusta comer: croquetas, gambas, buñuelos de bacalao, bravas. Eso para empezar, para una comida informal, para un vermut o para acabar hartos de picotear.

Porque sí, porque es lo que nos gusta. Por alguna razón, todas esas tapas en un barrio diferente, son bienvenidas. Pero si están al lado de la Sagrada Familia, no las contemplamos como opción. No es justo prejuzgar por una ubicación. Y ojo, que nos pasa a todos, pero antes de tachar de nuestra lista según que restaurantes, deberíamos, por lo menos investigar que se cuece en ellos.

Volvamos a Casa Ángela. Además de las tapas más demandadas, hay que prestar atención a sus arroces. Hoy son 7 más una fideuà los que están en su carta: marinero, ibérico, campero, con pollo, negro, con pulpo y con verduras. Los fines de semana podemos encontrar alguno más fuera de carta, como un caldoso con bogavante.

Hasta ahora las que más gustan son la marinera, la campera y la de pulpo. Respecto a las croquetas, se disputa el primer puesto entre las de jamón y las de carrillera. Bravas solo hay unas, pero pueden llegar a preparar unos 35 kilos de patatas diarios.

El restaurante tiene dos locales, uno seguido de otro. Vistos desde fuera, el número 13 tiene un aspecto más formal. El número 15 en cambio, es más canalla. De esta forma, si lo que te apetece es algo más rápido y para compartir, el número 15 tiene más formato de bar. El número 13 es para aquellas ocasiones en las que prefieras sentarte tranquilamente o para celebraciones familiares.

Ahora en Casa Ángela quién manda en los fogones es Steve Molina. Su unió al proyecto prácticamente desde el primer día. Su carrera, en su mayoría concentrada en grandes grupos hoteles, le ha dado la suficiente experiencia para hacer las salsas caseras, los arroces con un buen socarrat o unos buenos postres caseros para un final dulce.

Encontrar el equilibrio en hacer una tapa clásica para que la gente reconozca el sabor, pero darle un toque personal sin parafernalia es difícil. Pero ellos lo consiguen. Prueban y prueban y al final, llegan a ese sabor de las tapas de siempre.

Una situación privilegiada con vistas a la Sagrada Familia, una terraza, frente a un parque y en una zona casi semi peatonal, con vistas al tempo de Gaudí.

“Typical Spanish tapas?” Sí. ¿Es eso malo? en Casa Ángela no.