Last Monkey, cocina del mundo en una diminuta cocina.
Last Monkey, el nombre en inglés, Stefano Mazza un chef de origen italiano y, una carta con muchos atisbos asiáticos. Una mezcla explosiva pero equilibrada que sorprende por su exquisita elaboración.
Ahora, con el Mercat de Sant Antoni recién renovado y las calles que le rodean arregladas, el barrio revive y Last Monkey está en un lugar privilegiado. Un rincón, pequeño pero suficiente que nos permite conocer a fondo una cocina fusión nacida de la experiencia de su chef y, porque no decirlo, de los malabarismos que a diario tiene que hacer en su diminuta cocina. Parece increíble que de un lugar tan pequeño puedan salir delicias de ese tipo.
Influenciado por el chef Thang Pham y seguramente por sus idas y venidas a Asia, Stefano se vuelca en ofrecer al comensal todo lo que ha aprendido en pequeños platos a un precio más que correcto. Detrás debe haber una buena técnica para conseguir platos tan redondos y sabrosos como los que probamos. Curiosamente, Stefano nunca había sentido un impulso irreprimible que le guiara a ser cocinero, pero una decisión personal para cambiar el rumbo que había tomado su vida le llevó a asistir a clases en la ESHOB.
Empezó su historia como empresario con el restaurante La Piccolina, en Sant Gervasi, que le sirvió para coger experiencia de sobras en la gestión de un restaurante, de principio a fin. Siguió en Hotel Brummell para, finalmente, llegar a Last Monkey.
Una carta corta, con 12 platos y con raciones pensadas para poder probar muchas cosas, permiten al chef dedicar toda su atención a los escogidos para ser servidos. No conforme con eso, también podemos encontrar alguna sugerencia fuera de carta con la que buscar algún sabor nuevo. Así consigue introducir una rotación en su oferta. Pero es difícil, porque quién ha probado vuelve con la demanda de comer lo mismo una y otra vez. No es de extrañar.
Last Monkey te hace viajar por las cocinas del mundo de forma fácil y cómoda. Platos como las Bravas Tokyo-Mumbai son un claro ejemplo de como en un mismo bocado puedes reconocer sabores de dos lugares tan distintos. En su “Gyozellino” con mayonesa de kimchi y soja fermentada hace lo mismo, y, aunque resulta un plato claramente asiático, se nota la mano italiana en la pasta, que aún se aprecia más en los Giozzellini Ricotta e Spinachi, en los que el nombre lo dice todo.
