Le Bouchon, el GastroBar de Hotel Mercer
Le Bouchon, para disfrutar de platos compartidos y buena cocina.
Le Bouchon es la oferta más informal del Hotel Mercer de Barcelona. Un Gastrobar donde puede disfrutarse de las tapas más clásicas, de buen producto y de un ambiente que simula una tasca de toda la vida. El Hotel Mercer de Barcelona está considerado uno de los mejores hoteles de lujo de la ciudad, un reconocimiento conseguido con sus pocos años de vida, ya que se abrió en 2012. En él han sabido respetar la arquitectura original más antigua del barrio Gòtic de Barcelona.
Esto no debe intimidarnos para entrar en Le Bouchon. De hecho, su acceso es independiente, no es necesario pasar por la recepción para poder sentarte en una de sus mesas. En este espacio, la formalidad queda en la puerta, por parte del cliente y, respecto al hotel, se reserva para su otro restaurante gastronómico, el Mercer Restaurante.
Jean Luc Figueras participó liderando la oferta gastronómica desde su apertura hasta su fallecimiento. Desde entonces Hotel Mercer ha seguido buscando diferentes propuestas durante estos últimos años y ha pasado por varias etapas donde Xavier Lahuerta y Giuseppe Iannotti dejaron su sello. Ahora es el Chef Harry Wieding quién lidera tanto Le Bouchon como el restaurante gastronómico. Dos espacios diferentes para momentos diferentes.
Harry, nacido en Alemania, viaja a Catalunya con 4 años. Desde bien joven ha vivido el mundo de la restauración en su propia piel, con un restaurante familiar que le inició, con solo 12 años, en ese mundo. Su paso por varios restaurantes y su aprendizaje le lleva poco a poco a ir ganando posiciones, llegando a ser nombrado Cocinero Joven del Año en 2013 por la Academia Catalana de Gastronomía y recibiendo el reconocimiento de dos soles Repsol en el restaurante Sant Pere del Bosc.
El espacio de Le Bouchon no es excesivamente grande. Mesas grandes y pequeñas se combinan y tiene una decoración rústica en consonancia con el edificio. Su carta sigue la misma línea y encontramos opciones para picotear, platos fríos, platos calientes y postres. Todos pensados y servidos para compartir, nada de primeros y segundos. No hay un orden de petición clásico.
Tapas clásicas como unas patatas bravas con un toque de pimentón y una buena ensaladilla rusa con sus picos de pan son dos buenas raciones, generosas, que no pueden faltar.
Os diría que no prescindierais de ninguna de ellas. Aunque no son ninguna sorpresa y son conocidas por todos, son quizá de aquellas tapas que cualquiera se atreve a hacer, pero pocos consiguen que tomarlas no sea “puro trámite” y tengan el mismo esmero por parte de la cocina como si de las tapas más sofisticadas se tratase, como lo son en esta ocasión.
Una excelente ensalada de diferentes tomates de temporada con ventresca de atún se convierte en algo más que una tapa. Bien regada de un buen aceite de oliva, sal y poco más, en ella se advierte una especial atención por cuidar el producto adulterándolo al mínimo. Una ensalada con todas las letras.
Algo más de la creatividad de Harry se deja ver en unos magníficos mejillones al Pernod que ese día pudimos probar. No son los mejillones a la brasa que le hicieron ganar los dos Soles Repsol, esos no los he probado, y no se si serían de la altura de estos. Desde luego, los que probamos son dignos de ser premiados.
Con el pulpo se repite el mismo patrón que con las bravas o la ensaladilla rusa. Casi en cualquier sitio se encuentra y casi todos se atreven, y, aunque en el pulpo el nivel es alto en general, los hay que sobresalen de la media. No solo por la forma de cocinarlo, de encontrar el punto justo, que no es fácil, sino también por la forma de presentarlo y de aportarles pequeños detalles que los diferencien. Pulpo y patata es como definen a este plato con una base de parmentier con algo más y que no desvelamos, en el que el pulpo reposa bien aderezado.
Con este taco de vaca vieja probamos la carne. Servido cortado y acompañado de burrata y pimientos asados, nos enseña que también saben hacerla. Para nuestro gusto, en su punto exacto de cocción, ese que permite apreciar la calidad y con el que conservan su ternura.
Compartimos un postre, típico en el formato pero no en el sabor: Coulant de avellana.
Sin duda alguna de que íbamos a encontrar el corazón líquido, hincamos la cuchara más pendientes del sabor que de la textura. Si no te gusta la avellana, no lo pidas, porque no hay confusión posible. Muy logrado, hecho al momento y acompañado de helado de vainilla ultima la comida.
Le Bouchon, el Gastrobar de Hotel Mercer es una buena opción que lamentablemente que muchos rechazarán pensando en que, siendo del Hotel Mercer no sea accesible. Quitaos ese pensamiento de la cabeza porque es erróneo. Ni por su ubicación, ni por su accesibilidad ni por su precio es un sitio que deba ser descartado. Más bien todo lo contrario.
Le Bouchon Hotel Mercer
Otros hoteles gastronómicos y sus restaurantes.
City Bar