Leña Barcelona: mucho más que carne y fuego
Semanas después de la apertura en Barcelona del esperado Leña del chef Dani García, el restaurante sigue colgando el lleno casi a diario, demostrando que la propuesta cumple las expectativas y el boca-oreja es un gran aliado. Ubicado en la planta de calle del novísimo Grand Hyatt Barcelona 5*, el nuevo steak house con regusto catalán ha logrado romper el hielo entre quienes ponen reparos a traspasar las puertas de un hotel para ir comer o cenar, o los que hacía años que no se acercaban al recinto que antaño albergó al célebre hotel Princesa Sofía.

Precisamente, los jugadores del Barça, entre otros personajes populares, han regresado al establecimiento, donde la cocina compite con el interiorismo en el que ya es uno de los restaurantes más espectaculares de la capital catalana. Es un local idóneo tanto para ver y dejarse ver en sociedad, como para hallar intimidad tras sus logrados privados (hasta 14 personas) que se camuflan con grandes cortinas laterales.

Ya anunció el chef: “Queremos que Leña arda en Barcelona”, durante su sonado debut en diciembre, con la fuerza de las tablas que le dan sus otras sedes en Marbella, Madrid y Dubai, mientras prepara lanzamiento también en Mallorca y Miami.

Aunque el concepto, fuego, brasa y carne de primera, cuenta cada vez con más competencia en Barcelona, Leña tiene personalidad y mucha técnica que marcan la diferencia. No hay que olvidar que García renunció en 2019 a sus tres estrellas Michelin en su restaurante homónimo de Marbella, aunque suma otras tres entre sus dos Smoked Room, la joya de las marcas del creciente Grupo Daní García, que propulsó con dos socios.
Siete cortes a la vista
Siete cortes distintos de carne expuestos en una vitrina, platos de inspiración internacional con influencias de Líbano, Italia, México, Japón y Austria, verduras a la parrilla, “recetas clásicas ejecutadas con alta precisión” y un guiño a la cocina catalana lo definen. Así, aunque la carta cuenta con el infalible repertorio de la marca, el chef quiere mostrar su respeto al territorio e incluye productos o elaboraciones específicas como el Mar y Montaña de ‘espardenyes’ a la brasa y pies de cerdo; o Gamba roja de Palamós a la brasa; o Butifarra del Perol a la brasa con guistantes del Maresme o incluso Croquetas de butifarra de Perol.

Pero antes que nada hay hablar de su interiorismo, que por supuesto rompe con el resto del hotel y dibuja un escenario oscuro, donde el fuego es el elemento rey. Una gran barra central saluda al cliente, donde destaca sus coctelería. Aunque los ojos de los comensales rápidamente irán al expositor de carnes o a la cocina abierta a un lado, que añade vanguardismo al arte de la parrilla tradicional.
Llamas y carbón
Con la piedra y la madera como materiales esenciales quieren evocar a lo primitivo y primario, mientras que el carbón, llamas y humo están tan presentes es su escenografía como en los platos. Hay evocaciones a leños ardiendo, imitaciones de las llamas con reflejos y colores dramáticos que ya inducen al comensal a ponerse en modo carnívoro, aunque la carta pueda complacer sin problema a un vegetariano. Porque el carbón también es un aliado de la huerta.
Ese diseño, donde el negro y ámbar se alían con energía, hace que el espacio funcione tanto para comer a mediodía, en un ambiente más informal y con entrada de luz natural por sus ventanales, como de noche. Porque a la hora de la cena es cuando la sala resulta más oscura, más íntima y también más canalla. A esas horas la música cobra protagonismo –lo que puede no encantar a todos los públicos, o incluso distraer un poco de los platos— y tras los postres parece natural llegar a las copas. Hay DJ de miércoles a sábados.

Ese clima contribuye a su propuesta de aventura inmersiva, donde el público se sorprenderá con las presentaciones, algunos sabores o la posibilidad de elegir incluso el afiladísimo cuchillo de carne que prefiera para comer.
La carta se estructura en Vegetales, entre los que por méritos y recomendación ya se han hecho celebres el delicioso Puerro confitado asado al carbón (con mortadela trufada de cerdo ibérico, gribiche y avellanas) y el adictivo –uno lo pediría en cada visita– Aguacate de Málaga a la brasa con pesto de cilantro y salpicón vegetal con queso feta.
Burgers superventas
Entre las entradas destaca como experiencia el Steak tartar de solomillo preparado en mesa con foie gras rallado. El toque catalán lo dan los Canelones a la Catalana o las mencionadas croquetas (ideales para compartir, con una o dos piezas es suficiente si se quiere llegar con fondo para las carnes). Y hasta se atreven con las Mollejas de ternera a la parrilla con vino rancio.
La carta cuenta con una atómica sección Del cerdo hasta los andares, que abarca del paté a la sobrasada ibérica con mil a la morcilla. Y apuesta fuerte por los Yakipinchos con distintos pequeños cortes y elaboraciones con pollo.

Hay espacio para el Mediterráneo a la brasa, de cigalas abiertas a la brasa hasta Sepionetas con albahaca y jamón ibérico, o la Lubina madurada tres días, entre otros. Pero sin duda los platos fuertes de la casa son las carnes, a las que hay que dejar espacio, sea para degustar alguna pieza individual o los grandes cortes para compartir.
Pocos pueden resistirse a una incursión en La Burger que le dio sentido a todo, que integran dos baby burgers idóneas para compartir, con pan Pretzel, queso havarti y la prodigiosa y patentada salsa bull, que compone una versión de la que sirvió en su restaurante de tres estrellas. Y aquí se devora por 22 euros.
Elegir carne…
La baraja de carnes se sale puntualmente de la brasa (Rabo de toro guisado, Filete empanado…), pero con Todo al rojo, se echa literalmente toda la carne al asador. Hay cinco cortes grandes para compartir, entre los que la elección puede ser difícil. Los superventas son ya la Chuleta especial DG (1kg. de chuleta de vaca vieja clandestina con 45 días de maduración) y la Porter House de ternera (1kg. de T-bone de ternera joven, lomo pintado con miso y solomillo) que se sirve impecablemente deshuesada y fileteada, enmarcada por el hueso. La carne es una delicia, con todo el sabor del fuego y en el punto de jugosidad.

Con el apartado Toda la leña en el asador se introducen cortes individuales, como el Solomillo de ternera, el Lomo de Wagyu A5 o la Pluma Ibérica. Y cualquier plato de brasa dispone de varias guarniciones (de cebolla gratinada y trufada a verduras en adobo) y salsas al gusto.
Dulce final
Entre los postres, sin restar méritos al resto, hay que probar sí o sí la Tarta di Rose (de la mia mamma), sello de la casa, con dos bolas de helado de mantequilla tostada. Se sirve en una cazoleta, crujiente por fuera y esponjosa por dentro. Pero es un postre grande para compartir entre al menos dos personas y del que solo elaboran medio centenar por día, así que conviene reservarlo al llegar.
El tíquet final, con la mayoría de entrantes a partir de 16 euros (e incluso pinchos y empanadas por debajo) y con principales entre los 24 y 70 euros por persona, puedes ser muy variable en función también de vinos y postres. Pero Leña, que abre a diario excepto lunes para comidas y cenas, también propone una carta más reducida para tomar en barra. Así como un brunch los fines de semana de 11.00 a 12.30 horas, donde no faltan huevos y sus burgers, por 45 euros (con infusiones, zumos y cafés).
Hay que destacar la gran mejora que ha vivido en pocas semanas el local en cuanto a servicio, la gran dificultad del sector en estos momentos y que complica grandes aperturas. Ahora cuentan con un personal más afianzado y que (en general) asegura una experiencia en consonancia con la gastronomía y buen asesoramiento en vinos..
Restaurante Leña. Las brasas por Dani García – (Grand Hyatt Barcelona) 930 475 990
Pl. de Pius XII, 4 08028 Barcelona