L’Olivé, un clásico de 34 años que se rejuvenece.

Mesas barras y cocinas 8 febrero, 2018
L'Olivé

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L’Olivé, un clásico de 34 años que se rejuvenece.

Restaurant L’Olivé es un clásico en Barcelona. Se lo ha ganado a pulso después de 34 años dando de comer y cenar sin parar a todos los comensales que lo han elegido. Fidelizando a su público con una cocina tradicional catalana muy bien hecha y con un servicio que le acompaña al mismo nivel, L’Olivé acaba de reformar sus instalaciones para seguir recibiendo a sus incondicionales y, por supuesto, a los que aún no lo son.

Ha sido una decisión meditada para renovar tanto su interior como su carta sin haber perdido el timón. Es cierto que los platos se han adaptado a los nuevos tiempos y se han integrado nuevas elaboraciones que hace unos años no conocíamos y que hoy casi nos resultan imprescindibles. Muchas de ellas, aún no siendo de nuestra gastronomía, son muy acordes con el respeto al producto que L’Olivé impone en su cocina.

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En su interior se perciben los cambios en su primera barra que literalmente te da la bienvenida, ya que se encuentra en la recepción. Adentrándonos, vemos una cocina a la vista que luce un Josper al que saben sacar buen provecho y, en el comedor, una decoración clásica y elegante con espejos y cerámicas que consiguen un ambiente cálido. Sus privados no se han salvado del rejuvenecimiento, quedando integrados y conservando toda su discreción.

L’Olive lucha por equilibrar la cocina y el comedor como pocos y lo consigue. Bajo la batuta de su jefe de sala Albert Alonso, no es fácil mantener un atento servicio de profesionales que sigan el ritmo sin incordiar ni olvidarse de nadie. Sabemos que en restauración son escasos los profesionales que están fuera de los fuegos, y que muchas veces se les valora menos de lo que se merecen cuando se ganan el cielo cada día, con su esfuerzo y su atención para conseguir que el momento y la experiencia de la visita sea redondo. La cocina y la sala deben encontrar esa fórmula que les permita hacer el camino diario al mismo ritmo y en paralelo.

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Respecto a su cocina, si ya erais habituales de L’Olivé, no sufráis. Más que cambiar su carta, me atrevería a decir que lo que han hecho es “ponerle orden” en el sentido en que los platos ya son familiares. Lo que siempre ha sustentado su cocina sigue estando: bacalao, arroz, guisos… El buen hacer y la experiencia de su chef César Pastor los presenta en el plato menos disfrazados para dejar que sobresalga, sobre todo, el producto.

Un sello que se aprecia en su tartar de atún servido únicamente con sal y unas gotas de soja para potenciar el sabor o un clásico de nuestra cocina como la esqueixada de bacalao con buenos trozos. La visita casi obliga a pedir un canelón de txangurro con un sabor fino y equilibrado elaborado con calabacín y mayonesa de calabacín que resulta muy fresco o, si es temporada y están presentes, llenarse la boca del dulzor de unos guisantes con papada ibérica. Una maravilla.

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Las carnes y los pescados pasan por su horno Josper para darles el toque justo y presentarlos de una de las mejores formas en que se pueden degustar. El entrecot de Nebraska, al punto y cortado con aceite y sal para añadir al gusto, acompañado de salsa vizcaína y el pescado, en nuestra visita, unos pequeños rapes (sapitos) tersos y servidos con verduritas cuyas raciones permiten que, igual que los entrantes, puedan compartirse y no dejarse nada por probar.

Cuatro arroces de la casa: de pescado y marisco del senyoret, de butifarra, costilla y verduritas, solo de verduras y arroz negro con sepia son otros de sus ofrecimientos en carta junto a pescados y mariscos, diferentes tortillas y huevos, o una gran variedad de opciones para picotear entre las que no faltan croquetas, carpaccio de ternera o escalibada de la casa siempre acompañados  de un pan con tomate de colgar que se aprecia por si solo.

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Para acabar las comidas, sus postres siguen tentando a cualquier. Así que si eres de los que eligen, deja sitio para su cheesecake, su postre de invierno donde se combinan diferentes texturas y chocolates o una mousse de fruta de la pasión para aquellos que salgan de lo más habitual.

L’Olivé sigue ofreciendo su carta tanto a mediodía como en servicio de cena, dejando los menús solo para grupos y bajo petición. Un formato que se extiende a todos los restaurantes de Grup Olivé: Barceloneta, donde todo empezó, Barcelona Milano, Paco Meralgo y su última incorporación Bar Cañete.

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