La Escudella catalana, protagonista en Windsor.

Mesas barras y cocinas 11 enero, 2018

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La Escudella catalana, protagonista en Windsor.

Restaurante Windsor ha decidido que la escudella catalana merece mucho más que un día al año. De hecho, aunque es el plato típico del día de Navidad, se toma durante todos los meses de invierno y, aunque no resulta tan apeticible, hay quien también la toma en los meses más cálidos. Ser un plato tan popular y tradicional curiosamente provoca que permanezca algo alejada de la restauración y no se encuentren muchos lugares donde poderla tomar, sobre todo a la carta o en un menú especial más allá de los preparados exclusivamente para las fiestas navideñas, aunque en nuestras casas sea un fijo.

Pero precisamente por ser uno de los platos más consumidos y apreciados, además de tradicionales, Windsor ha querido dedicarle todos los martes y miércoles a mediodía hasta finalizar el invierno. De hecho, el menú escudella ha estado disponible durante todos los meses de otoño, pero es que un guiso tan completo como este no se merece menos.

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Lo que se puede desgustar en este menú tiene poco misterio, pero es cierto que ya que decidimos ir a disfrutar de él con todos los sentidos, hay que aportar algo de sofisticación que lo distingan del que nos prepararíamos en casa. Para ello, el menú empieza con un glamouroso galet como aperitivo, relleno de pilota, (la “albóndiga gigante” que acompaña la escudella elaborada con carne de cerdo y ternera cocida en el mismo caldo) y láminas de trufa. Una previa que nos sirve para hacernos una idea de lo que seguirá a continuación.

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Enseguida desfilan las soperas blancas de cerámica llenas del caldo y la pasta cocida. Aunque no están rellenos, los galets son grandes, para partir antes de engullir. El caldo de la escudella de Windsor ha sido elaborado durante 48 horas para dejarlo bien concentrado y es desengrasado antes de servirlo para evitar grasas innecesarias, quedando mucho más fino y digerible. De esta forma Windsor evoluciona la receta original a los nuevos tiempos en los que el ritmo de vida es, en general, mucho más sedentario.

Una vez tomada la sopa, le sigue la vianda. Las bandejas se comparten y en ellas encontraremos algo de verdura y hortalizas en una representación minoritaria pero suficiente: col, patata y zanahoria. Un poco de legumbres con una buena ración de garbanzos y, a partir de ahí, la intensidad va subiendo según se puede apreciar en las fuentes. Las mencionadas pelotas, butifarra blanca y butifarra negra, cortes de carne de cerdo y ternera servida en terrina.

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Está claro que ante tal despliegue es difícil no hacer varias arremetidas tanto a las soperas como a las bandejas. Siempre se empieza de forma comedida, con el pensamiento de ser prudente para no atiborrarse, pero se acaba cayendo en la tentación y repitiendo “sólo un poco” tanto del primero como del segundo. Y es que, es difícil no volver a llenarse el plato cuando se está ante ese pequeño bufet.

Y no se acaba aquí, porque los postres también tienen su lugar. No hay que saltarse su crema catalana. Hecha a su manera, la crema de Windsor  se presenta en forma de mousse con alguna sorpresa interior como el helado de caramelo y gominolas de limón. No es tan contundente como parece, así que no prescindáis de ella. Si aún así os cuesta, siempre podéis decantaros por algo de fruta con su naranja con canela y un toque especial que tampoco está nada mal.

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Los chefs de Windsor Carlos Alconchel y David Rodríguez son los artífices de este menú, cuyo precio es de 55 Euros sin bebida. Para elegir con qué acompañarlo, no hay que olvidar que el restaurante cuenta con más de 450 referencias y que su carta digital fue distinguida con el premio Cartaví 2017 a la mejor de Barcelona.

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Es curioso como, un plato de toda la vida se convierte en el restaurante en una propuesta innovadora. Volviendo a la reflexión del inicio, platos que a diario se comen en casa son escasos en la restauración. ¿Por qué no ir a un buen restaurante a comer ese plato que nos resulta tan familiar? Puede ser que, precisamente porque salimos fuera, nos hagamos el planteamiento de “voy a elegir aquello que no me hago en casa”. También puede ser porque cuando nos hacemos este tipo de platos en casa los tenemos tan adaptados a nuestro gusto que el de otro siempre nos resulta menos agradable. Sea la razón que sea, no deberíamos descartar ir a comer una buena escudella a Windsor que, además, dispone de salones privados para reuniones o celebraciones en los que se pueden llegar a reunir hasta 140 personas.

Quedan meses de invierno, de hecho, no estamos aún ni en la mitad de la estación. Hay que darse el lujo entrar en calor en un lugar único, en el corazón de Barcelona.

El Restaurante @Windsorbcn ensalza la escudella durante todo el invierno. Click to Tweet
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