¡Viva la Pepa!, la Pepa Pla.
Parece que dentro de los restaurantes está naciendo una nueva categoría o identidad o adjetivo para definir el tipo de oferta que realizan, la que se conoce como comida canalla. No sé si es nueva o no. Ni siquiera se si es categoría, pero si que, cuando se habla de ella, la imagen que a todos se nos viene a la cabeza es bastante similar y sabemos, más o menos, a que nos estamos refiriendo.
Reflexionando un poco más, hasta es posible que no sea tanto un tipo de comida como de estilo de decoración, filosofía y cierta estética común que se encuentra en los locales e incluso en el personal que te recibe.
Aún sin existir esa norma, Pepa Pla se identifica así, como “canalla”. Un lugar de encuentro urbano donde disfrutar de buena comida y de buena bebida sin pretensiones, donde lo que prima es lo bien hecho y donde se reúne lo “mejor de cada casa”.
En la calle Aribau, donde hoy está Pepa Pla, antes había una librería. El mismo local también era el domicilio del librero, al que llaman de forma cariñosa Sr. Ramon (un nombre inventado) para no olvidarse de él y de lo que fue. Además de darle un nombre al antiguo propietario, también han intentado respetar lo máximo posible sus paredes, suelos e incluso alguna estantería.
Pero hoy se va a Pepa Pla a comer y a beber buen vino o cerveza. Respecto al vino, podemos decir que buscan aquellos vinos especiales que sean identificativos del terroir que los vio nacer, con un especial interés en los vinos naturales. Encontraréis vinos que no están en los circuitos habituales y que seguro os sorprenderán. Dejaos aconsejar, su personal está preparadísimo para darte la mejor opción. Solo tienes que darles un par de indicaciones para que se hagan una idea de cual es tu gusto y dejarte llevar. En su mayoría y como filosofía están bastante focalizados hacia el vino natural.
Respecto a la cocina, una de las cosas que más llama la atención es que no hay ni freidora ni horno y podríamos decir que casi no hay fuego. Para todas sus elaboraciones, Pepa Pla utiliza la plancha y el roner. Así se “apaña” Rodrigo, un joven mexicano de 29 años que es el encargado de la cocina. Sus inicios fueron haciendo helados y bocadillos, nada de una vocación temprana ni un talento especial desde niño. Simplemente entró en la hostelería para trabajar sin más, como en muchos casos. Después de dentro este mundo le absorbió y le sembró la inquietud suficiente para aprender más. Una evolución natural que le llevó a progresar, yéndose a cocinar durante algunos años a Donosti, donde aprende y bien todo lo que debe saberse sobre el producto.
La cocina de Pepa Pla es difícil de definir: hace un poco de todo, no quieren clasificarse en ningún tipo de cocina y aunque tienen muy clara la base de cocina mediterránea, introducen ingredientes y técnicas asiáticas y latinas. Como premisa, podríamos decir que les mueve aquello de “mucho producto y poca manipulación”. Sólo plancha, nada de fritos, bajas temperaturas (que ahora ayudada por nuevas máquinas parece una nueva técnica cuando ha sido … el “chup chup” de toda la vida) y verdura, mucha verdura.
Todo esta declaración de intenciones tiene que verse en el plato y la verdad, se ve. Leer su carta es sugerente: Pato y limón, bocadillo de sardinas picantonas y col, pizza Okonomiyaki y foie… Además siempre hay algunos platos fuera de la carta que dependerán del producto que encuentren en el mercado. Otro gran momento para dejarse llevar.
Aperitivos de una cecina que no es tal y que no confieso de que se trata para no condicionar, será la la sorpresa de más de uno; setas, apio, tomate, céleri hinojo o apio son algunas de las verduras que quedan totalmente mezcladas con sus carnes y pescados, como el magret, la caballa marinada o la pluma ibérica con berros. Hasta en los bocadillos parece haber un especial esmero para dejarnos asombrados, sugiriéndonos, por ejemplo, un bocadillo de pulpo bledas y romesco.
La prueba final llega con la pizza Okonomiyaki: una base de col, panceta, soja, y alguna cosa más que se guardan, marcada en la plancha, a la que se le añado foie mi cuit en caliente para que se desahaga con el calor y un par de salsas a cual más extravagante. Con esto besas la lona. Y si había alguna esperanza de ganar el combate, queda anulada con el remate final: el postre. En concreto el briox, chocolate y frambuesa. Ese es el nombre, pero no solo está compuesto de esto. Una especie de sandwich no apto para diabéticos que hay que compartir.
Ya hemos perdido el título. Pepa Pla se alza con el triunfo, y no lo hace solo por puntos, sino que también por KO. Pepa Pla merece no una visita, sino varias para poder probar cosas diferentes, que salgan de lo normal y que nos dejen algo pasmados.
Por cierto, el bote de las “alcachofas de la discordia”, aunque presionamos, se mantuvo intacto. Cuando vayáis, preguntad por él!