“Baco y Boca, vinos y manjares para humildes sibaritas, es mi declaración de principios.”
Humilde porque ante todo siento un inmenso respeto hacia los profesionales que nos entregan sus creaciones, hechas de esfuerzo y ánimo de seducción.
Y sibarita porque pretendo distinguir lo exquisito de lo mediocre y percibir aquello que separa lo que está hecho para cumplir de lo que se hace para seducir. Por que al fin y al cabo, son la pasión y las ganas de enamorar al otro, las que pueden convertir unas lentejas en alta gastronomía.
Un buen plato o un buen vino es el fruto de la alquimia que hay detrás de una buena cocina o una buena bodega, o sea, la culminación a esa búsqueda perpetua de la transmutación del alimento en manjar y del vino en elixir, mezclando técnica y filosofía, arte y espíritu, prueba y error, hasta lograr que un hallazgo se trueque en un éxito compartido.
Pero a diferencia de los antiguos, hoy la alquimia es abierta y participativa, sin secretos ni hermetismos. Busco dar a conocer al mayor número posible de amigos cuales han sido mis descubrimientos y donde se encuentran los tesoros. Ya no hay mapas ni códigos secretos, ahora son las redes sociales nuestras palomas mensajeras, las que nos permiten divulgar y compartir.
No me considero ni una gran cocinera, ni soy sumiller. Solo pretendo daros mi opinión sobre qué he bebido, donde he comido o quién lo ha elaborado. A partir de ahí, vosotros elegís.
Todo tiene su momento y su lugar: una barra, una mesa, un bar, una tasca, un hotel, un restaurante o incluso la misma calle. Allí intentaré estar y explicaros que he encontrado, sin prometer nunca ni la piedra filosofal ni el placer eterno.
