La segunda (y buena) vida de Casa Amàlia

Mesas barras y cocinas Todos 15 abril, 2022

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La segunda (y buena) vida de Casa Amàlia

Casa Amàlia era un punto de encuentro para comer como manda la tradición a unos pasos del mercado de la Concepció. De esos restaurantes que parecían inmortales, innatos a la Dreta del Eixample, hasta que hace tres años a falta de relevo generacional estuvo a punto de extinguirse. Por fortuna, Jordi Castán y Sergi Suaña lo hicieron suyo, con las dosis justas de pasado y futuro.

Apertura en plena pandemia

Los dos emprendedores se habían conocido en un proyecto anterior en El Prat y no dudaron cuando supieron que el local del Passatge del Mercat quedaba disponible. Era agosto de 2019 y se adentraron en una reforma importante para ponerlo al día, sin que perdiese es “sensación de cueva” o cierta intimidad que tiene el fondo del restaurante, a cuyo pasado quisieron rendir homenaje manteniendo el nombre y apostillando esa conexión con la fecha de nacimiento de la casa: 1950. El trabajo de interiorismo resultó de matrícula de honor, aprovechando los niveles del espacio y con tonos que le dan profundidad y estilo.

Exterior del establecimiento, junto al mercado de la Concepció.

La pandemia les retrasó los planes de apertura, pero siendo realistas, les permitió “inaugurar con un proyecto madurado que enseguida gustó mucho”, cuenta Castán, al frente de la sala.

Desde el minuto uno quisieron generar sinergias con los paradistas del mercado anexo o los productores de proximidad, dejando muy clara la trazabilidad de los productos que llegan a la mesa, vía el talento de sus fogones. “Cocina de mercado de raíces tradicionales y pinceladas de innovadoras técnicas gastronómicas, garantizando el respeto al mejor producto y servicio”, sin perder de vista la sostenibilidad, destacan.

Tradición y transformación

Su carta, con dos grandes cambios de temporada y la animación de las propuestas del día, se divide con gracia en dos apartados: tradición y transformación. Los defensores de uno u otro bando acabarán sucumbiendo a la oferta del contrario, porque el duelo de sabores acaba quedando en tablas.

Una cremosa de Planeses, uno de los bocados de más éxito.

Antes que nada afloran pequeños bocados para precalentar (hay que evitar abarcarlos porque el estómago no alcanzará el siguiente ’round’). Imprescindible la Cremosa de Planeses, una fabulosa croqueta de pollo de pastoreo con leche de cabra de la granja de Ullastrell. O la alcachofa de El Prat confitada a baja temperatura con butifarra de Perol y salsa de foie al Armagnac, al punto en textura y equilibrio de sabor. Sin olvidar el pan de masa madre con aceite de Olesa, que hay que medir para no saciarse.

Entre la tradición afloran los canelones de la iaia Pepi, con tres carnes; el arroz de presa ibérica de bellota, con todo el poderío que le añade el tomillo, desmarcándose de otros arroces de la casa; o hasta un chuletón de lomo madurado 35 días.

Los arroces son otra de las especialidades del restaurante del Passatge del Mercat.

Pero no hay que perder el horizonte del recetario más contemporáneo: atención al Gamboom! (carpaccio de gamba roja, explosión de su cuello, corazón de lima y mayonesa de estragón), para deleitarse con cada bocado. Con opciones de peso como el pulpo a la brasa con boniato, o la Panalena mallorquina (deconstrucción de berenjena a la brasa con sobrasada, papada curada ibérica y panal de miel).

El extraordinario carpaccio de gamba.

En cada propuesta se alude a la DO del producto, en un afán tan pedagógico como respetuoso con la materia prima.

Pulpo a la brasa con boniato.

Servicio amable y eficaz

De entre los postres, si queda fuelle, recomendamos la brutal tarta de queso Amàlia, con vainilla de Madagascar.

Algo destacable en la nueva vida de este histórico es que abra los siete días de la semana, que esté lleno la mayoría de ellos por puro efecto del boca-oreja y los buenos comentarios en redes sociales, y que entre su parroquia haya tantos cazadores de nuevas propuestas como señores-as del barrio, de los solo repiten cuando disfrutan.

Su personal pastel de queso, todo un ‘hit’.

Con un tíquet medio de 40 euros, al comensal le quedan siempre ganas de seguir probando platos, y de brindar con alguna de las 200 referencias bien seleccionadas. No podemos dejar la crónica sin aludir al servicio, amable y profesional. Y a valores añadidos, como la música en vivo que anima las noches de los martes, haciendo olvidar que Barcelona es una ciudad algo sosa entre semana.

Casa Amàlia Passatge del Mercat, 14, 08009 Barcelona

Tel.: 93 458 94 58 casaamalia.com8

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