Barcelona tiene un nuevo y suculento Número Diez, el restaurante que rinde homenaje a la Napóles de Maradona
Barcelona tiene nuevo número diez. No juega en el Camp Nou ni en San Paolo, pero tiene el alma de ambos. Se llama Número Diez y es el nuevo restaurante de Emmanuele Stevanato (Grupo Dolcevita Gusto Italiano), un homenaje apasionado a la Nápoles de Maradona y a la auténtica cocina napolitana, esa que se cocina entre el bullicio de los mercados, el olor a albahaca y el sonido de una radio que nunca se apaga y que suena en la cocina de la mamma.
Ubicado en el corazón de Sarrià (C/Capità Arenas, 62), Número Diez no es solo una pizzería, ni solo una trattoria. Es una declaración de amor a una ciudad que vive con intensidad cada bocado, cada gol y cada día.
Aquí la pizza napolitana es la reina absoluta, pero comparte trono con los platos caseros de la mamma e la nonna, con esa cocina sencilla, sabrosa y llena de carácter que convierte una comida en un recuerdo.
Nápoles, fútbol y horno de leña
Nada en Número Diez es casual. Ni el nombre —un guiño al número que inmortalizó Diego Armando Maradona— ni su atmósfera. Las paredes cuentan historias de fútbol, las mesas huelen a tomate San Marzano y mozzarella fundida, y del horno de leña salen pizzas que son pura poesía redonda.
El chef Luigi Marcato domina la masa con la precisión de un artesano y la paciencia de quien entiende que tanto la pizza napolitana, como las recetas más auténticas y tradicionales, no se improvisan. Larga fermentación, alta hidratación y fuego vivo. Así nacen sus pizzas —clásicas, fritas o calzoncellate— que honran la tradición y la elevan un poco más allá.

Pero Número Diez no se detiene ahí. En su carta aparecen platos que saben a casa: la Figliata Napoletana reinventada, los rollitos de berenjena con panceta, las albóndigas de la abuela, la Parmigiana, los ñoquis a la sorrentina o los espaguetis al cartoccio de mar. Cocina honesta, directa, sin artificios. Esa que te hace sonreír sin saber muy bien por qué.

Una cocina que se vive por los cinco sentidos, en un local que nos traslada a la Nápoles de los años ochenta, y que hace, en cada uno de sus rincones y paredes, un guiño al carácter desenfadado y vital de los napolitanos.
Emmanuele Stevanato: el italiano que cocina conceptos
Detrás de este proyecto está Emmanuele Stevanato, un veneciano con alma inquieta y vocación de creador de experiencias. Llegó a Barcelona hace tres años con una idea clara: traer la verdadera Italia a la ciudad, la que se come en las casas, en las plazas, en los pequeños locales donde todo se cocina con amor y sin prisas.

“Número Diez es nuestro homenaje a la Nápoles de los ochenta, al barrio, a la esperanza que Maradona trajo a una ciudad pobre pero llena de vida”, cuenta Emmanuele. Y basta cruzar la puerta del restaurante para entender que habla en serio: en este local se respira calle, pasión y fe.
Para él, cada restaurante del Grupo Dolcevita Gusto Italiano es una pieza de un gran parque temático gastronómico. “Cada local es como una atracción distinta, una parte de Italia convertida en experiencia”, explica. Y no exagera: en 2023 inauguró el primer Dolce Vita en Les Corts, seguido de un segundo junto a La Boqueria. Ambos con su propia alma y su propio acento.
Ahora, con Número Diez, llega su tributo al sur, y ya prepara nuevos conceptos dedicados a otras regiones italianas, como Sicilia, que verá la luz en 2026.
Viajar por Italia sin moverse de Barcelona
Para Stevanato, comer en sus locales es “subirse a una máquina del tiempo y del teletransporte”. Todo —desde los ingredientes importados directamente de Italia hasta el trato cercano del personal— busca recrear esa calidez y esa energía tan italianas que contagian alegría.

En un mundo de franquicias sin alma y recetas adaptadas al gusto global, Emmanuele lo tiene claro: “Aquí no hay concesiones. Respetamos recetas, procesos e ingredientes. Nuestra cocina es la de casa, pero con un toque moderno y, a veces, contracorriente”.
Y así, con el aroma del horno y la música napolitana de fondo, Número Diez reivindica algo que parece sencillo, pero no lo es: la autenticidad. Esa que no se copia ni se improvisa. La que nace de la pasión.