Santo Porcello, la bodega que nos trae la grande Italia.
Sus paninis y sus embutidos te dejarán con ganas de más.
En la calle Sepúlveda, desde no hace mucho, encontramos un local que nos ha traído lo mejor de Italia: Santo Porcello. Sus paninis, mermeladas, quesos o embutidos, entre otras cosas, resultan más que atractivos para ir a visitar esta pequeña bodega.
Un proyecto de Nicoletta Acerbi y Toni Pol que siguen apostando por el producto del que están enamorados, igual que hicieron en su día en Due Spaghi dónde ofrecen una cocina mezcla de italiana y catalana. Y es que no es para menos. La gastronomía italiana, la de verdad, igual que muchos de sus productos, son apreciados cada vez más por nosotros. Pasa como con cualquier otra cosa, hay mucho más de lo que a veces se nos intenta vender y es bueno rascar un poco y conocer a gente de confianza que nos permite conocer lo que se come y se elabora en aquel país.
Concebida con la idea de mostrarnos un colmado italiano, Santo Porcello garantiza una calidad de primera en cualquier cosa que te ofrezca. Dedicada 100 % al producto italiano, su zona de charcutería tiene cada vez tiene más éxito. Si buscas un buen queso o embutido traído de Italia, allí lo encontrarás.
Para tomar allí hay que decantarse por los que son los grandes protagonistas: sus bocadillos. Para empezar, han buscado a conciencia que el pan fuera el adecuado. No servía cualquiera. Debía ser un pan ligero lo más parecido posible al que se utiliza en Italia para este tipo de paninis.
Consiguieron la fórmula en Yelow Bakery, donde elaboran a diario el pan buscado con masa madre y con harinas ecológicas.
Para elegir cuál hay que pedir, tenemos la pizarra que encontramos tras la barra. Esa es su carta y allí encontramos ocho opciones: Bella Ciao, Bologna la grossa, Don Camilo, Peppone, Santo Porcello, Amarcord, Jep Gambardella e Il Po más el panino del día, que irá variando. Además de sus paninis, Santo Porcello también ofrece para picotear Bruschetta, surtido de embutidos y de quesos.
Otra de las cosas que podemos encontrar y, por lo que sabemos, es el único lugar en Barcelona, es la Tigelle. Se trata de un pan de Módena que rellenan de queso y embutido y que después planchan. Un bocado que resulta ideal para cualquier momento del día en el que tengas que matar el gusanillo.
No puede haber un local italiano, sea restaurante o bodega en el que falte el tiramisú. En Santo Porcello lo saben, de ahí que este magnífico postre sea imprescindible de pedir.
Un picoteo para empezar, una tigelle para abrir boca, uno de sus paninis, una tabla de embutidos y quesos y un buen tiramisú te llevan al país con forma de bota con una facilidad pasmosa. Si aún no habéis ido, estáis tardando.