Les Terrasses
Tenía pendiente de canjear un regalo que me habían hecho y de las opciones que había, escogimos esta por aquello de probar algo fuera de Barcelona. El cupón de nos daba la opción de un Menú:
Entrantes:
Ensalada de queso de cabra, peras al vino, nueces caramelizadas y vinagreta de miel y mostaza
Risotto de setas
Carpaccio del día
Segundos a elegir
Confit de pato con coulis de vino con ciruelasy chips de verduritas
Pies de cerdo deshuesados con setas de temporada, ajos tiernos y reducción del jugo de cocción
Butifarras del Perol (blanca y negra) con manzana flambeada con Calvados
Papillote de suprema de salmón con verduritas al vino blanco, limón confitado y tomillo
Postre del día
Te los indicaban en el momento. Incluían helados, repostería y fruta.
Pues bien, después de pasear un rato por Alella, haber entrado en la bodega para comprar vino de la zona, (como no) y unas fresas del Maresme con un aspecto tremendo (luego confirmé que el sabor también lo era!) nos dirigimos al restaurante, que está a las afueras del pueblo. De hecho, es el restaurante de un hotel, el hotel Porta d’Alella. Un hotel por lo que vimos sencillo y pequeño, pero en un entorno bastante agradable. De hecho, uno de los motivos que nos llevó a decantarnos por este lugar fue la fama que tienen las vistas desde la terraza del restaurante. Entiendo que desde las habitaciones del hotel también.
Terraza restaurante les Terrasses
El tiempo no acompañó, así que no pudimos comer en la terraza. El interior del restaurante es sencillo, correcto, pero algunos detalles no le ayudan a generar un buen clima, sobre todo en alguna de las mesas. No eran muchas, sólo 8 ó 9 de dos personas, combinadas para poder adaptarlas a demanda. El local es pequeño y realmente la terraza es la joya. Si algunos detalles se cuidaran un poco, quizá ganaría varios puntos. Por ejemplo tiene algunas mesas justo al lado de la barra donde está la cafetera y cada vez que hacen un café genera bastante ruido. También la cocina está cercana y, aunque no hay grandes olores, al abrir la puerta parecía que le faltaba ventilación. Pero bueno, no penséis que salimos impregnados de olor a fritanga porque realmente no fue así.
Como estábamos en Alella, escogimos un vino DO de la zona bodegas Serralada de Marina: 93 ceps, tinto crianza. 100% uva Sumoll. Un vino contundente.
Hicimos nuestra elección de los platos del menú, que ahora os detallaré y mientras que nos llegaban los platos, nos sirvieron un pequeño aperitivo. Parece ser que esta costumbre se está imponiendo en bastantes locales y es de agradecer. Suele ser algo muy sencillo, pero es una gentileza hacia el cliente que no suponiendo nada para el restaurante, es un detalle que personalmente valoro mucho. En ese caso, un simple volavent con escalivada y queso de cabra gratinado (siempre hay algo de queso…)
Volavent de escalivada gratinado con queso de cabra
Al ser un menú, no había mucha diversidad de platos como si hubiera sido una carta, como habéis podido ver, pero aunque el número era limitado, era suficiente para tener una comida variada. Fueron rápidos en servir los platos, sin que pasara demasiado tiempo entre el aperitivo y el resto del servicio. De los primeros platos, yo solo tenía la opción del carpaccio y sin el parmesano, puesto que tanto el risoto como la ensalada llevaban. Y para quitárselo a la ensalada, que siempre es algo más fácil de hacer en casa, se lo quité al carpaccio y así comía algo diferente. En esta ocasión era de buey.
Carpaccio de buey
Acompañado de rúcula y un plato de tostadas pequeñas con mantequilla, el plato era bastante correcto. Aunque tuviera el acompañamiento, normalmente suelo aliñarlo con un poco de Aceite y algo de pimienta, pues por sabroso que esté, está cortado tan fino que, para mi gusto, necesita algo que le potencie un poco. La cantidad era correcta, la verdad es que es una ración bastante estándar, cada vez que lo he comido es más o menos lo mismo y la presentación, la típica. Al llevar la rúcula tan verde encima del carpaccio tan rojo siempre queda muy vistoso.
Rissoto de setas
Como ya os comenté antes, yo no lo probé por el “ingrediente lácteo”, pero como podéis apreciar, la cremosidad en este arroz estaba asegurada. Con un buen sabor y la textura adecuada, el rissoto era una buena ración. Es un plato que por los ingredientes que lleva entiendo que debe ser bastante saciante pero no fue razón para que la cantidad servida fuera poca.
Respecto a los segundos nuestra elección fue por un lado el Papillote de suprema de salmón con verduritas al vino blanco, limón confitado y tomillo. El salmón cocinado así suele ser muy sabroso y el aderezo estaba equilibrado. Realmente acertamos.
Papillote de suprema de salmón con verduritas al vino blanco, limón confitado y tomillo
Una buena pieza de salmón, jugosa por dentro y muy aromatizada con las verduras y el tomillo. Cocinado en su jugo y bien presentado fue un acierto escoger el pescado. Como habíamos visto el menú antes de ir, ya teníamos pensado el otro segundo, las botifarras de perol, pero cuando llegamos y nos dieron las cartas para escoger, nos indicaron que no tenían, así que lo cambiamos por los Pies de cerdo deshuesados con setas de temporada, ajos tiernos y reducción del jugo de cocción.
Pies de cerdo deshuesados con setas de temporada, ajos tiernos y reducción del jugo de cocción
La presentación del plato lo hacía más apetecible aún que el nombre. Estaba bien cocinado, al parecer, sin prisa, los pies de cerdo, muy melosos. Como suele pasar en los guisos bien hechos, el secreto es la cocción tranquila, dejar que los ingredientes se mezclen, dedicarle a cada uno su tiempo y encontrar la combinación ideal. En este caso, estaba bastante conseguido. Otro acierto muy sabroso.
En el intervalo de la comida el tiempo mejoró considerablemente, pasando el riesgo de chubascos, saliendo el sol y subiendo la temperatura, haciendo más apetecible la terraza…así que aprovechamos para tomar allí el postre. Los postres del día eran varios, pero escogimos dos clásicos, uno de chocolate y otro de manzana.
Brownie
Tatin de manzana
Realmente es difícil encontrar postres de este tipo que no cumplan mis expectativas. A mi me parece que siempre están buenos!. En estos dos, ninguno defraudó: eran apetitosos por aspecto y, una vez ya probados, la lucha era cuál era más bueno!. En el Tatín se veían buenos trozos de manzana, sin llegar a deshacerse se mantenía sólida, que no cruda y en un buen punto de dulzor. El brownie, siendo un postre más contundente, era lo suficientemente esponjoso como para no resultar pesado. Estaba en su punto, ni muy ligero ni demasiado apelmazado. Ay!! el punto dulce que siempre redondea la comida.
En fin, como dice el refrán ” A caballo regalado…” quizá no es un sitio para desplazarse expresamente, aunque la comida era buena, tampoco nada fuera de lo normal. Ahora, si algún día queréis hacer algo diferente, no excesivamente caro (el menú eran 25 Euros, bebida aparte) estáis por la zona o queréis pasar una diferente, yendo a Alella a comprar vino y luego comer, pues no es una mala opción. Quizá una noche de verano en la terraza mejoraría el asunto…
Si lo visitáis, no olvidéis decir que lo habéis visto en Baco y Boca 🙂