Ni tintos, ni blancos… Los que vienen son los vinos naranjas
No son rosados. Tampoco tintos claretes. Y ni mucho menos son blancos. Hablamos de los vinos naranjas, también conocidos como “orange wines”. No son ni de nueva creación, ni un claim marketiniano inventado por un laboratorio de enólogos de la generación Z. De hecho, han existido prácticamente desde siempre, pero nunca han tenido el lugar que se merecen. Sin embargo, desde hace un tiempo, los vinos naranjas quieren reivindicar su personalidad y vuelven a llamar la atención de expertos y amantes del mundo de Baco, en parte impulsados por la nueva ola de los vinos orgánicos y naturales.
Ciertamente, los vinos naranjas son especiales, con carácter, viran entre tintos y blancos, conjugando a veces lo mejor de cada estirpe. Suelen revelar, además, cierto inconformismo de viticultores y bodegueros, aquellos más inquietos que quieren romper convencionalismos. Precisamente, esa inquietud por recuperar variedades ancestrales y métodos de vinificación de otros tiempos, están apareciendo interesantes referencias de vinos naranjas.
¿Qué es un vino naranja?
Los “orange wines” son vinos elaborados con uvas blancas y fermentados con las pieles de la uva (método utilizado para los tintos). Este tipo de vinificación es lo que otorga ese color anaranjado, incluso dorado o ámbar, de ahí que también se les conozcan como “ámbar wines”.
Lo que les hace tan peculiares es que son vinos elaborados “a la antigua”, no en vano, lo más natural del mundo es elaborar vinos sin intervenir, dejando macerar mosto, pieles y raspas al mismo tiempo. Por ello se dice que son vinos que reflejan la esencia de la viña. Caldos que eligen ese tipo de maceración, muy acertada para variedades aromáticas de uvas, como la muscat.
Los “orange wine” más rompedores, los que causan furor entre los “locos” de los vinos naturales, se inspiran en los ancestrales vinos naranjas georgianos elaborados en las típicas “qvevri” (tinajas o ánforas enterradas bajo tierra). De hecho, se dice que son los vinos más antiguos de Europa, con casi 6.000 años de historia.
Pero no hay que viajar tan lejos para hallar y catar vinos naranjas. De hecho, en nuestro país se elaboran excelentes vinos naranjas desde hace tiempo, como los denominados “brisats” que hallamos en la zona de Terra Alta (Tarragona) o en Mallorca, blancos vinificados con sus propias pieles, rotundos y sabrosos.
De hecho, son las largas maceraciones en pieles lo que aporta un carácter peculiar a estos vinos, no solo visible a la vista (color anaranjado), sino también perceptible en boca y nariz. Son vinos con infinidad de aromas a frutas de hueso maduras, a pieles de cítricos, a hierbas aromáticas y flores blancas, con notas de especias, frutos secos, tonos terrosos, salinos e incluso algún punto dulce.
En boca notamos el efecto de las pieles por sus taninos marcados, su acidez suave, sutil, y por la marcada sensación de volumen y de estructura.
En definitiva, vinos a tener muy en cuenta si buscamos carácter, terruño, vinos extremos. Eso sí, para exprimir sus cualidades, airearlos, incluso decantarlos y servirlos siempre a una temperatura entre 13ºC y 16ºC.
Tres vinos naranjas que no te debes perder
Bat Berri, 2018. Bodegas Itsasmendi, DO Bizkaiko Txakolina.
En 1989, varios viticultores de Bizkaia se propusieron recuperar la viticultura natural en la zona de Gernika, en Urdaibai, al mismo nivel del mar. Allí, en suelos arcillosos y margo calizos cultivan las uvas hondarrabi zuri, con las que elaboran este vino naranja. Realizan una primera maceración carbónica durante 15 días con racimo entero y fermentación espontánea. Seguidamente, lo almacenan en tinaja vieja de arcilla donde hacen la crianza y donde afinan este Orange txakoli que evoluciona favorablemente en botella.
Un vino con maceración carbónica que a la vista es un auténtico flechazo naranja ambarino con destellos amarillos dorados. En nariz nos aporta una auténtica explosión de fruta de la pasión y albaricoque, balsámicos como la planta de té e incluso un fondo fresco de eucalipto. Amplio en boca, fresco, perfumado. Un interesante vino naranja con sello vasco.
Orange de Noirs, 2017. Costador, vino sin DO.
Costador es el proyecto personal de Joan Franquet en la zona de la Conca del Barberà. Joan trabaja con tinajas de barro, con fudres de roble francés, con depósitos de inoxidable y cualquier material que le sirva para obtener vinos puros y biodinámica. Sus viñedos son viejos, de entre 60 y 110 años, y situados en altitudes de entre 400 y 800 metros. Para la fermentación de este Orange de Noirs solo usa ánforas. El resultado final es un auténtico zumo de uva, puro y con aromas naturales. Un vino naranja que, sin duda, a nadie deja indiferente.
Sitta Doliola 2016. Attis. D.O. Rias Baixas.
La bodega Attis lleva un tiempo mirando al pasado, a la tradición y a los vinos naturales. Muestra de esta tendencia a elaborar vinos respetuosos y tradicionales han optado por recuperar el método más ancestral con el que elaboran este vino naranja. Un vino de maceración pelicular que se elabora en vasijas de barro (Dolium) emulando las que se utilizaban en la antigüedad para transportar y guardar alimentos. Esta peculiar elaboración lo convierte en un vino de perfil arriesgado y diferente a lo que se espera. Un vino fresco y cítrico en nariz, con una acidez integrada, fina, y un tanino suave. Un vino diferente y único.