Bodegas Buezo presenta sus dos vinos más excepcionales: Buezo 1928 y Buezo 79
Estos dos caldos de la tierra inician una nueva gama de vinos únicos y exclusivos de la bodega burgalesa
Cuenta la leyenda que en el Medio Arlanza se producía uno de los vinos que Cristóbal Colón llevó consigo en sus viajes a las Américas. Unas tierras que hoy siguen cultivando el arte vitivinícola elevado a lo sublime, como hacen en Bodegas Buezo. Situada en el Paraje Valdeazadón en Mahamud (Burgos), la bodega acaba de presentar en Barcelona sus dos joyas de la corona, sus dos vinos más singulares: Buezo 1928 Añada 2009, y Buezo 79 Añada 2017. Dos caldos de la tierra que “expresan lo que somos, que son puro terruño”, en palabras de Abel Buezo, fundador de la bodega.
“En Buezo, no concebimos otra forma de hacer las cosas que no sea acercándonos a la perfección, buscando vinos únicos que revelan nuestra propia identidad y personalidad, extrayendo y expresando de la mejor manera cada añada”, cuenta la Bodega. Y solo así, con esa filosofía han logrado dos vinos, un tinto y un blanco, realmente excepcionales, dos ediciones limitadas de apenas 300 botellas cada una, fruto del mimo, el cuidado y el perfeccionismo.
Tradición e innovación
“Creemos en lo clásico, pero también utilizamos los avances tecnológico”, contaba El bodeguero ante un reducido grupo de periodistas. “Y creemos en Burgos, por eso no nos hemos ido de esas tierras que, aunque duras, nos permiten hacer lo que más nos gusta. Y Buezo es Burgos, y es nuestra comarca, Arlanza”. añadía el bodeguero. Y es que, tal como ellos mismos subrayan, los principales valores de Buezo son: el esfuerzo, la generosidad, la transparencia y la comunicación
La bodega recuperó en 1999 una tierra con amplia tradición vinícola, que comenzó en el siglo X. Pero el principal tesoro de Buezo se concentra en las 47 hectáreas de viñedo que rodean la bodega al más puro estilo de château bordelés. De estas tierras, a 900 metros de altitud, surge toda su producción. Y es precisamente en la cercanía, en el cultivo y en el cuidado exhaustivo de los viñedos donde reside el secreto de los singulares aromas y sabores de sus vinos. Y es que, al llegar allí, estudiaron sus suelos y su climatología, y procedieron a plantar las variedades de uva idóneas para este entorno. El resultado de todo ello ha sido una uva excelente, en todas y cada una de las variedades plantadas.
Buezo 79 Añada 2017, un blanco para sorprender
La presentación de los vinos singulares de la bodega se empezó con un blanco rompedor: Buezo 79 Añada 2017. Un blanco elaborado con cuatro variedades blancas de origen francés: chardonnay, sauvignon blanc, semillón y viognier. Estos viñedos se plantaron en 1999 y 2000 en la Finca de Valdeazadón, en el término municipal de Mahamud (Burgos), a 890 metros de altitud. Y para su elaboración, siguiendo la filosofía de la bodega, la vendimia se realiza de manera manual, con mimo, recogiendo la uva en cajas de 20 kilos. En el mismo viñedo se realiza una primera selección de racimos y, ya en bodega, una segunda de las bayas. Dada la bajísima producción (menos de 400 botellas mágnum), las cuatro variedades se elaboran en conjunto.
Durante el proceso de vinificación, se realizan varios trasiegos por gravedad. La fermentación alcohólica tiene lugar en depósitos de acero inoxidable. Posteriormente, el vino reposa en barricas de roble francés de 225 litros de capacidad, durante un periodo de seis meses con sus lías finas y batonnage diario. Por último, pasa a redondearse en botella durante al menos 36 meses más.
Un blanco elegante
El resultado, un blanco excepcional, que destaca por su expresión aromática sutil y un paso en boca equilibrado y vibrante. Un blanco para saborear a temperatura ambiente, tal y como recomendó el enólogo, “para poder conectar con cada uno de sus perfiles y poder reconocer cada rasgo”. Y es que, Buezo 79 Añada 2017 (125 €, botella mágnum) es un magnífico ejemplo de vinos complejos, elegantes y preparados para el envejecimiento.
Se trata de un vino que ya a simple vista destaca por su color dorado (de ahí el nombre, ya que el oro es un elemento químico cuyo número atómico es 79). Un vino con buena intensidad aromática. Elegante y atlántico. En boca resulta seco, amplio y muy intenso, con gran untuosidad, graso y sabroso. Sobresale por su estupenda acidez y perfecto equilibrio. Un vino perfecto para acompañar todo tipo de arroces y aves, como los que se sirvieron en la presentación, celebrada en el restaurante Atempo de Barcelona.
Buezo 1928 Añada 2009 (DO Arlanza), la expresión del terruño
Por otro lado, la segunda joya de la corona es un tinto. Buezo 1928 Añada 2009 es el vino con el que Abel Buezo rinde un homenaje a la sabiduría de los mayores, de la labranza, del paso del tiempo. “Es la máxima presión de esa zona”, apuntaba Fernando López, enólogo de la bodega. Un vino elaborado como antaño, y que ve la luz ahora tras varias pruebas a lo largo de los años. “Desde 2005 hicimos pruebas, hasta que en 2009 vimos que en ese momento podríamos obtener el vino que queríamos”, señalaba el enólogo.
La etiqueta de esta obra de arte vinícola muestra el tiempo dibujado con bolígrafo sobre el rostro de Bernardo, abuelo de Abel, y el vino toma el nombre de su año de nacimiento, en 1928.
De cepas centenarias
Buezo 1928 Añada 2009 es un vino elaborado con uvas de cepas centenarias de un pequeño viñedo situado en la localidad burgalesa de Mahamud. Unas viñas plantadas seguramente hacia el 1923, o antes, puesto que de ese año se conserva el registro oficial. Igual que era la costumbre antaño, para Buezo 1928 Añada 2009 se han utilizado uvas de todas las cepas del pequeño viñedo, variedades blancas y tintas, tempranillo, garnacha tintorera, mencía, albillo real, albillo mayor, viura y alguna otra sin identificar.
Es el primer tinto de la nueva gama de vinos únicos y exclusivos de la bodega. Con una producción de únicamente 400 botellas (a 180 € precio venta al público), este vino es un ejemplo de los vinos complejos, elegantes, con carácter extraordinario y auténtico reflejo del viñedo. Un vino elegante y atlántico. Con una estupenda acidez y perfecto equilibrio. Bien estructurado, amplio, con cierta mineralidad, unos taninos muy finos. Un vino que evoluciona en copa para seguir sorprendiéndonos a cada sorbo.