El Tarantín: nuevos sabores invaden Barcelona
Es innegable que los sabores distintos nacidos de las mezclas de dulces y salados o de ingredientes exóticos parecen tener éxito entre nosotros y nos seducen propuestas como la de, en este caso, El Tarantín. ¿Es posible que estemos cansados de la dieta mediterránea? ¿Agotados de notar siempre los mismos sabores? ¿Nos carga el paladar el sofrito y el ajo?
Más allá del eslogan publicitario “me estas estrasaaando” de hace unos años, El Caribe tiene muchas cosas a enseñar. Su cocina es una de ellas, y partiendo de la base de que nuestro conocimiento es prácticamente nulo, cualquier propuesta resulta interesante.
Al frente de El Tarantín está Paola Di Meo y Miguel Portillo, dos jóvenes con entusiasmo y talento culinarios. Y con ganas. Una mezcla difícil de vencer por cualquier obstáculo y que les empuja a ir hacia adelante y a adaptarse a las circunstancias. De hecho, El Tarantín nace en parte por ese motivo, ya que su viaje a Barcelona en 2013 no fue con el ánimo de quedarse en la Ciudad Condal, sino con el de aprender lo suficiente en cocina y hostelería para volver a Isla Margarita a poner en marcha su proyecto personal: un pequeño hotel con restaurante. Hoy no es un proyecto abandonado, pero si aparcado porque aquí siguen con el ánimo de plasmar el conocimiento adquirido y la tradición de su cocina en los platos que sirven en su local.
Hay que decir que un tarantín, en Venezuela, es un lugar donde se sirve comida callejera de forma improvisada. El nombre puede servirles para recordar su origen y para dar a conocer su tierra, pero también para dejar claro cuál es la cocina que ponen en práctica: ante todo, sabrosa.
Lo que se come en Martinica, Jamaica o Puerto Rico se deriva de una historia mestiza de pueblos de todo el mundo: África, Europa o Norteamérica que han influenciado las cocinas de estos lugares, llevándolas a evolucionar a medida que iban llegando nuevas culturas. La adaptación de las recetas a lo que la naturaleza de cada isla provee ha derivado en platos como sus “bacalaítos” que se asemejan a un buñuelo de bacalao en la forma, aunque no tienen nada que ver en el fondo, ya que al probarlos te das cuenta que es un concepto diferente. Allí se toman en sus playas comprados a vendedores ambulantes con una forma aplanada en vez de redonda. En El Tarantín les añaden un chutney de piña para homenajear en cierta forma a Trinidad y Tobago, donde utilizan mucho estas salsas dulces.
El plátano es uno de los ingredientes más utilizados en su cocina. Fritos, en puré, o incluso con curry, es casi imprescindible. Los encontramos en platos que invitan a dipear como las mariquitas, también llamados platanitos, donde las tiras de plátano macho fritas sirven de cubierto para probar su puré de alubias negras hechas a baja temperatura. No podéis dejarlos de pedir.
La yuca, esa patata dulce como a mi me gusta llamarla, también es muy utilizada. Ya estamos algo familiarizados con ella, pero estoy segura de que aún así, le sacamos muy poco provecho. No hay más que pedir sus esferas de yuca para darse cuenta de cuánto nos queda por aprender. Unos bocados rellenos de pollo muy especiado al que añaden pimienta de Cayena y pimiento habanero. No os asustéis, porque la combinación es totalmente comestible y permite apreciar los sabores sin que arda la boca. Las acompañan de una salsa barbacoa de guayaba y con un alioli de cliantro y jengibre. Si hay alguien de por aquí que hubiera podido pensar que la yuca daba tanto de si, mi más sinceras felicitaciones.
Otro de los conceptos que cambia en su cocina es el curry. No podemos pensar en un curry extremadamente especiado ni picante. Es, simplemente diferente. Un curry de raíces, con yuca, ñame o malanga, un tubérculo con mucho almidón que espesa el curry. Allí lo toman mezclado con arroz con coco. No hagamos un feo a El Tarantín e imitemos sus costumbres. Y no se te ocurra pedir pan.
Es evidente que el público ávido de nuevas sensaciones va a encontrar en el Tarantín muchas sorpresas, porque aún estando familiarizados con muchas de las cosas al leer su carta, aquí las tomaremos de forma diferente. Reconozcamos que incluso echando imaginación, nos costará pensar en una corvina con piña asada o en un magret de pato asado en hoja de plátano.
No hay que asustarse, que toda esta mezcla no os eche para atrás, ya que si bien son ajenas, no son nada despreciables para los que, como decíamos al principio, buscan algo bien hecho, exótico y sabroso para salir de nuestra rutina del sofrito.
Encontrar el punto equilibrado de picante o dulce que mezcle todas las costumbres y que, además, sea aceptado por nuestro paladar no es fácil. Detrás hay trabajo de investigación, un trabajo de campo. Nos os penséis ni mucho menos que El Tarantín de Barcelona tiene la improvisación que caracteriza al chiringuito caribeño por excelencia.