La trufa invade l’Eixample Barcelonés
Hay algunos productos que al nombrarlos los identificamos como premium, gastronómicamente hablando. Sin ninguna duda, es el caso de la trufa. Bien sea la de verano, la de invierno, la blanca o la negra, cuando decimos el nombre del preciadísimo hongo suele escucharse siempre alguien que inevitablemente murmura “qué buena”.
Tierra de Trufa se concentra en este producto, primero para ponerlo en su nombre y dejar bien claro cuál es su “estrella”. Segundo, para ensalzarlo más si cabe, utilizándolo en todos los platos que lo permitan, combinándolo con otros productos de primera calidad y, a ser posible, de origen francés. De esta forma, el restaurante trae al barrio del Eixample barcelonés la cocina francesa más tradicional.
Helen Thomas es quien capitanea este proyecto. Afincado en Barcelona desde hace unos años, ha vivido la restauración por tradición familiar en diversos restaurantes de la Costa Azul. Bajo su supervisión y a cargo del equipo de cocineros encontramos a Riccardo Ialacci quién ejecuta aquellos platos galos que nos pueden resultar más familiares, pero también los más desconocidos. Cassoulets, choucroutes, ratatouille, pero también quesos, charcutería artesanal o un foie mi cuit se mezclan con elaboraciones y productos del país.
En cada época del año utilizarán la trufa de temporada si es que la hay. De octubre a febrero, la trufa fresca de Périgord, de Teruel o del Pirineo será la que se incluya en su carta. Cuando de diciembre a febrero llegue la época de la trufa blanca de italia, el gran tesoro, será uno de los restaurantes donde poder disfrutar de ella en sus platos. El resto del año, cuando no sea posible servirla fresca, buscarán en su despensa las conservas que ellos mismos han elaborado para sus platos. No será lo mismo, pero la trufa, con más o menos intensidad, siempre acabará dando ese toque inconfundible en la nariz y en el paladar.
Centrándonos en la carta de Tierra de Trufa, vemos que su pretensión es lucirla lo máximo posible. Además de los entrantes que hemos nombrado (charcutería artesanal, foie mi cuit de la casa y quesos), encontramos croquetas o bikinis en los que la trufa está presente. Ensaladas o petits farcis niçois son otras de sus propuestas de una cocina tradicional y popular francesa, sin nada innecesario más allá de un producto fresco.
Para seguir saboreando la cocina tradicional aderezada, su canelón relleno de foie, champiñones y trufa o un risotto con setas y trufa son platos que, aunque encontramos hoy en muchos restaurantes, gozan de éxito por ser unos platos sabrosos de los que no han querido prescindir.
Las carnes ofrecidas han sido elegidas entre las diferentes D.O. del país vecino, como su solomillo o el chuletón de buey, de la Val Du Périgord; la ternera blanca de Limousin; el cordero lechal de Sisteron o el magret de pato del Gers.
Incluso en los postres buscan la forma de distinguirse y aún utilizando fórmulas de siempre, añaden la innovación de la mano de Lorena Toll Morales, cuya formación en Hofmann le permite conocer las técnicas y creatividad necesarias para ofrecer las delicias francesas más típicas: éclair de chocolate, la tatin con nata o el famoso café gourmand.
Sin duda los quesos merecen un aparte. Este producto, que levanta pasiones, debe estar presente, ya que es identidad de Francia. Roquefort, Saint Marcellin, Comté, Coulommiers o Mimolette son algunos de los que están en su carro, aunque éstos irán variando dependiendo de la temporada. Son traídos de pequeños artesanos del sur de Francia y son ideales para ser acompañados por algunos de los vinos de su bodega, que suman más de 60 referencias.
Tierra de Trufa es un lugar que debe estar anotado en la agenda de todos aquellos amantes de la trufa, sobre todo en temporada, y de la cocina francesa. Puede disfrutarse de su carta en cualquier momento, mediodía y noche, que incluye vinos franceses, pero también de un menú de mediodía y de un brunch los domingos de 11 a 15 h.