Abrassame, las 2ª partes pueden ser buenas.
Repetir un restaurante que, de entrada, puede ser descartado por muchos, y salir igual o más satisfecha que la primera vez, reafirma que no es bueno prejuzgar. Es lo que me ha pasado en Abrassame. En su momento, ya me sorprendió y me hizo reconocer que sacar conclusiones de ciertos lugares por su ubicación me haría perderme más de una buena experiencia.
El restaurante está en la Cúpula del centro comercial de Las Arenas. Estamos de acuerdo que, por definición, no llama mucho la atención ir. Es un estigma con el que tienen que enfretarse, no solo ellos, sino cualquier otro negocio restaurador que elija un local de ese tipo. Excepto, claro está, aquellos que buscan los contrario, como las famosas cadenas de fast food norteamericanas. Posiblemente eso haya tenido parte de la culpa en inculcar la idea de que en un centro comercial no se puede comer como en un restaurante que esté a pie de calle. Si además añadimos el tema “guiri”, que parece siempre tiene ese deje de desprecio injusto, la carrera de obstáculos es mayor.
El local de Abrassame no ha cambiado nada. Su barra, su terraza y su interior con un comedor privado siguen intactos. Y también sigue así el cariño de su personal de sala, atento y simpático sin ser impertinente, quienes no dejan de acechar sin incordiar para ver si todo está en su punto y están pendientes de que no falte nada.
Su formato también sigue siendo el mismo: brasa en Josper, producto y una carta amplia y variada donde se hace algún guiño que otro a la cocina internacional. Siguen con su menú de mediodía a un precio muy correcto que atrae a oficinistas de los alrededores. Una buena opción para descansar un poco de la jornada y relajar la vista sobre la panorámica de Barcelona que ofrece el restaurante.
Su bodega tiene buenas referencias, con vinos nacionales e internacionales, como los dos que tomamos: So, un xarel.lo fresco de Castellroig y Santa Digna, un rosado chileno Cabernet Sauvignon de Miguel Torres. Respecto al menú que tomamos, los platos fueron totalmente diferentes de la otra vez. Empezamos con varios entrantes, en pequeñas dosis para probar más variedad y acabamos con un plato principal.
Unos dados de brie empanado con panko, sésamo blanco y sésamo negro y Kumquat, el cítrico japonés formaban, según mi acompañante una buena mezcla. Yo no puedo opinar, pero si del otro que, aunque lo probé a medias, me pareció bueno. Pero tomad esta opinión con pinzas, es totalmente mermada. Hablo de unos raviolis de berenjena rellenos mozzarella de búfala gratinados con pesto rojo y parmesano. Para darles algo de color y textura, se acompañaban de unos trozos de chips de verduras.
Nunca hay que saltarse una croqueta. Esta, de jamón y casera, estaba bien buena, así que no hacerle ascos. Un par de ostras del Delta, al natural para las que te ofrecen alguna salsa que nosotros rechazamos. Sólo un poco de limón, ¿para qué más?.
Nos llega una bandeja de atún, crudo y aliñado solo con aceite y soja. Una fila de tacos con poco acompañamiento para poder lucir el pescado. Muy acertado. Seguimos con dos tostadas que aguantaban un steak tartar bien aderezado, cortado a cuchillo y con un buen aliño para mi gusto. Algo picante, pero nada extremado que permitía saborear el resto.
Para el plato principal nos dieron varias opciones a escoger: un arroz, carne o pescado. La última opción nos pareció la más adecuada teniendo en cuenta los entrantes que, aunque no eran raciones grandes, fueron suficientes. Elegir el arroz hubiera sido forzar la máquina (el estómago) y la carne nos apetecía menos. Al saber que vendría hecho a la brasa, tuvimos claro cuál era la mejor opción. De hecho esta forma de cocinar es una de las especialidades de Abrassame.
Nos llega una lubina de buen tamaño para dos personas (después de nuestro aperitivo) o para una en el caso de que se elijan dos platos. Servida en madera con unas alcachofas, nos explican que la lubina ha estado maridada con 5 pimientas y una vez braseada se le añade un poco de soja. El pescado estaba realmente bueno. Muy bien hecho y demostraba que le tienen bien cogido el punto a la brasa. Pensando en los que sois más carnívoros, no puedo daros ninguna pista de cómo la carne. Si lo hacen igual que el plato que a nosotros nos sirvieron, pedirla, puede ser una gran sorpresa. Pero no hablemos de lo que no conocemos. Lo comido tiene un bien alto de los de mi época. Ahora, ni idea de cuál sería la calificación académica!.
El postre compartido y como en la mayoría de veces, por vicio puro. Por suerte fue mucho más ligero de lo que parecía cuando nos lo presentaron. Ganache de chocolate blanco y fruta de la pasión con maracuyá, oreo y fruta liofilizada. La acidez del Maracuyá compensaba el dulzor del chocolate blanco, aunque debo decir que no era ni mucho menos tan dulce como suele ser habitual.
Recapitulemos: buenos entrantes, brasa dominada, buena bodega y buen ambiente. Conclusión: no descartes Abrassame por estar en un centro comercial.