Grupo Nomo y El Perro Verde. Nos vamos de boda.
Poco podía pensar Quim Vila cuando, en una conversación con José Peñín en Australia, le dijo “cuando haga un vino le llamaré el perro verde y será un verdejo”, que esa broma acabaría siendo un presagio de lo que hace ya doce años es una realidad. La primera añada de El Perro Verde fue la de 2005 y desde entonces cada año ha estado presente para consolidarse como uno de los mejores Rueda, una zona donde las viñas se reparten entre la uva Verdejo en su mayoría, la Viura y la Sauvignon Blanc.
Seguramente, hace diez años, cuando nació Grupo Nomo como empresa familiar enfocada a la gastronomía japonesa, tampoco pensaron que tendría el crecimiento exponencial al que ha llegado en sólo una década. O quizá sí lo previeron, pero lo difícil sea como sea, ha sido lograrlo, con o sin intención previa. Es posible que el éxito de su modelo se deba a la simpleza y lógica de sus premisas: buen producto, buen servicio y buen precio que aplican a los que ya son 6 restaurantes además de su take away y el cátering.
Una vez presentadas las dos familias y los novios nos vamos a centrar en la ceremonia. Porque, como si de una boda se tratase, el banquete tuvo lugar en Nomo Sarrià. Allí, Quim Vila nos reunió para presentar la nueva añada de El Perro Verde 2017, un año que para Grupo Nomo ha sido ajetreado dada las celebraciones organizadas con motivo de su décimo aniversario. Esta coincidencia en el tiempo ha servido para dar por cerrado un ciclo, el del grupo de cocina nipona y abrir uno nuevo con el nuevo vino que ve la luz. Así, un menú único pensado para maridar con el vino fue creado por el chef ejecutivo de Grupo Nomo Naoyuki Haginoya.
Los novios no se merecían menos que un menú de lujo donde el producto y la elaboración complementaran y a su vez ensalzaran el vino. Sin duda, un reto difícil para muchos, pero que Grupo Nomo aceptó sin pestañear y lo consiguió con platos como el Ramen de angula con caldo ibérico y melocotón o el Huevo roto con su chanquete, erizo de mar y huevas de salmón. Ellos fueron los encargados de calentar motores para dar paso a lo que nunca puede faltar en la gastronomía japonesa: el sashimi. O-toro, calamar, chu-toro, lomo, gamba dulce y cañailla fue el surtido elegido para armonizar el vino.
La comida entre amigos sigue y las copas van rellenándose, señal de que el maridaje funciona viento en popa. La concha de una oreja de coral viste un plato único previo al temaki de nécora, con chupito de sopa de miso convirtiéndose en dos sorpresas más que vuelven demostrar que El perro verde mantiene muy bien el tipo, como hizo también con un Virrey marinado “Ko-ji” a la brasa con espárragos blancos y un Tataki de picaña rubia gallega con miso y setas confitadas.
De la nueva añada, podemos decir que sigue con su color brillante. Un vino fresco, fácil de beber pero con el suficiente cuerpo para aguantar un menú completo como el que tomamos. Su toque cítrico es “peligroso”, invita a beber. Es fácil que, una vez hayas abierto la veda, tengas siempre una botella bien cerca para acompañar cualquier comida o aperitivo.
Respecto al menú, confirmó la línea que tantas alegrías les ha dado: poner en el plato los ingredientes más tradicionales de la gastronomía japonesa que resulten fáciles para los paladares actuales sin perder en ningún momento el respeto por ellos. La creatividad y la innovación que solemos encontrar en sus cartas quedó evidente en los platos servidos.
Después del banquete para los más íntimos, llegó la fiesta por la noche en la que se tuvo la oportunidad de vivir un ronqueo de la mano de Arrom Barcelona. Una fiesta que sirvió de clausura para Grupo Nomo y de bautizo para El Perro Verde 2017.
Ahora llega la rutina, el día a día. Grupo Nomo sigue con su expansión y acaba de inaugurar un nuevo local en Sant Feliu de Guixols, Nomo Nàutic, en el puerto marítimo; y El perro verde aguantará en botella tranquilamente hasta final de 2019. La relación se ve sólida, muy sólida.