Spoonik
Empezaron en la sombra, ofreciendo comidas en su casa, en los llamados clandestinos. Pero enseguida empezaron a escucharse sus nombres con mucha fuerza, corriendose el rumor como la pólvora.
¿Quiénes son? ¿Qué ofrecen? ¿Por qué tanto éxito? En su momento solo era posible saberlo asistiendo a su casa, pero hace un tiempo son más accesibles al “oficializar” su restaurante, su cocina y su espectáculo en Spoonik.
Jon Giraldo y Jaime Lieberman son los artífices de Spoonik. ¿Un restaurante donde ir a comer o cenar o un lugar en el que sumergirse y dejarse llevar? Lo clasificaría dentro de la segunda opción, ya que no podemos hablar de un restaurante convencional, ni mucho menos.
Partiendo de algo tan básico como su operativa ya se perciben diferencias. Los “pases” son a horas determinadas que se reservan para compartir con el resto de comensales que así lo hayan elegido. Nada de pasar por delante, abrir la puerta y entrar.
A partir de aquí hay que abrir la mente y estar receptivos a lo que pueda pasar, porque no vamos solo a llenarnos el estómago. Vamos a un lugar donde se mezcla música, arte, sensaciones…y gastronomía. Todos los sentidos participan en mayor o menor grado. Dependerá de la sensibilidad que tengas el día que los visites. En cualquier caso, es difícil de definir.
Los comensales esperamos fuera hasta que puntualmente se abre la puerta a las 14 Horas. Entramos y ellos mismos nos explican que Spoonik es diferente, donde la presencia de algo más que platos se percibe nada más entrar.
La recepción de los anfitriones al grupo, el cierre de la puerta cuando ha entrado el último y la copa de cava Juve i Camps 100 % Xarel.lo Esencia deja ver como recibir gente en su hogar les les ha marcado. Es la primera toma de contacto con los dos Chefs y con Unai Mata el sumiller. Un curioso personaje.
En grupos de 4 ó 5 personas vamos visitando la cocina y conocemos al equipo en el que encontramos una mezcla de orígenes, pero todos de América del Sur. Una identidad que lucen con orgullo personal y que plasman en su cocina, reinventando los platos típicos utilizando, en la medida de lo posible, ingredientes originales. Después de explicarnos algunas de sus técnicas mientras que empezamos la degustación con aperitivos como la pizza efímera o la arepa de Choclo, Stilton afinado y miel, pasamos al comedor donde nos vamos sentando.
No hay carta de vinos, así que antes de empezar a servir los platos, hay que escoger el maridaje entre las cinco opciones que ofrecen: bebidas sin alcohol, cavas, bebidas blancas, tintos y maridaje de las leyendas.
Y a partir de aquí, “All That Jazz: empieza el espectáculo”: Flores eléctricas, Ceviche Vegano, Cactus, Manzana, Choclo, Pollo, Chicha Morá, Jugo de Bulbos, Guacatrufa, Titoté, Tupinambur… Un cúmulo de sabores, texturas, nombres y sensaciones. Sus técnicas hacen parecer que estás comiendo por primera vez ingredientes habituales. Y todo lo contrario, probarás ingredientes por primera vez que fuera de Spoonik será difícil volver a hacerlo.
Cada vez que hay un cambio de bebida, Unai acapara toda la atención. Después de servir y dar las explicaciones en cada una de sus visitas, da paso a lo siguiente…porque Spoonik no se detiene ahí.
Contínua la puesta en escena con juegos de luces, de sonidos y de música. Un vídeo mapping adorna y ensalza algunos platos que no te atreves a tocar hasta que no finalice la performance que los acompaña y que los acaba de completar en la mesa. No hay primeros y segundos, ni entrantes ni principales. Es un desfile en el que, como en cualquier pasarela, habrá modelos que te gusten más que otros, pero ninguno de ellos te pasará desapercibido.
Jaime y Jon han conseguido ser únicos. Y lo han hecho con trabajo, con esfuerzo y con formación. Para ir a Spoonik debes sacudirte prejuicios. Si no, no vale. Si no estás dispuesto a participar, a disfrutar sin juzgar y a dejarte llevar, no vayas.
Eso sí, si buscas algo diferente, es el lugar adecuado, sin duda.